Durante décadas, la contabilidad ha sido una herramienta desarrollada y perfeccionada con objeto de hacer más visible la gestión de ingresos de cualquier empresa; y ha recibido elogios, al igual que críticas, debido a sus fortalezas y debilidades. Por suerte, la Big Data para directivos viene a ampliar la batería de recursos disponibles a la hora de optimizar las ganancias.

 

En la actualidad los parámetros de producción y ventas no son la única referencia para concebir decisiones certeras. Los gerentes de las compañías se han convertido en un equipo multidisciplinar que trabaja con apoyo, tanto interno como externo, a fin de establecer propósitos cada vez más ambiciosos y factibles de llevar a feliz término.

 

De esta manera, el desarrollo de actividades de intercambio comercial entre naciones o empresas con presencia global, hace que los planes de trabajo deban ir más allá de un modesto alcance. Sobre todo porque de antemano se desconoce quién pudiera interesarse en los servicios o productos ofrecidos, ni en qué cantidad se solicitarían.

 

Los proyectos con visión de futuro han llegado a presentar características muy exigentes. Ya que, la exhibición de la mercancía ha pasado de una vitrina local a una mundial, gobernada por las redes sociales e Internet. Y los clientes igual pueden encontrarse en la esquina que al otro lado del océano, al igual que los competidores.

 

La gestión de los ingresos es ahora diferente

 

 

Así, se ha visto un incremento de aquellas variables imposibles de contabilizar sistemáticamente. No obstante, hay que considerarlas con miras a obtener las mejores ventajas, tanto externas como internas, de los procesos intrínsecos.

 

Muchos de esos factores han estado siempre allí, a veces produciendo fricciones entre los distintos departamentos, puesto que no se analizaban en forma consciente; pero, su influencia sí era notada en los resultados. Hoy, el análisis en tiempo real y su impacto sobre el entorno genera datos que deberían procesarse instantáneamente, con lo cual los directivos se ven obligados a abrir sus perspectivas.

 

La propuesta no es que se conviertan en súper hombres, sino que aprovechen el potencial de las nuevas empresas, emergidas al ritmo de las últimas tecnologías. Estas tienen como función cultivar el caudal de recursos que fluyen para integrarlos eficientemente a esquemas de operación efectivos.

 

La gestión innovadora de los ingresos pasa por la necesidad de decidir si conviene fabricar o qué servicios ofrecer que permitan trabajar y generar ganancias desde el primer momento. Asimismo, incluye el seguimiento activo de los productos en el mercado, lo que permite activar directrices para aprovechar mejor los recursos existentes.

 

En conclusión, las corporaciones modernas deben ser cunas de líderes. Estos necesitan estar dispuestos a cambiar con las circunstancias, aunque sin apartarse de sus metas; además, requieren dejarse asesorar apropiadamente para enfrentar la marea de información que los sacude de continuo.